Lima, Perú. Cosme Restaurante, bautizado en honor al cerro San Cosme en Lima, me intriga y atrae por dos detalles muy particulares que lo alejan de ese halo intimidante que suelen tener los restaurantes de la lista de los “Latin America´s 50 Best”.
El primero tiene que ver con esa innegable realidad de los viajeros gastronómicos quienes, a pesar de aterrizar en nuestros destinos con una cuidadosa lista de restaurantes premiados para ir a visitar, secretamente estamos buscando con taxistas, conserjes y con quien se nos atraviese, los sitios preferidos y más frecuentados por los comensales locales. En el corazón sabemos que son los mejores, no solo por su ambiente y autenticidad sino porque son los que expresan de manera más sincera la realidad del paladar de una comunidad. Pues resulta que Cosme no solo es un restaurante de locales, sino que también es uno de los más frecuentados de todo San Isidro, el tradicional barrio limeño tan mentado en las novelas de Jaime Bayly. De domingo a domingo, los vecinos literalmente le hacen fila a platos como la molleja emparrillada, el cau cau de langostinos, el crudo de bonito y por supuesto, a su glorioso pan de masa madre.
El segundo se trata de un fenómeno maravilloso y es una asidua clientela de adolescentes que frecuentan Cosme para ir a pasar la tarde entre amigos mientras degustan uno de los postres estrella de James Berckemeyer, el Coulant de Lúcuma, una torta redonda con centro líquido que sirven con un helado supremamente cremoso.
Cuenta el chef y propietario de este y otros restaurantes en Lima, que un día empezó a recibir llamadas de padres de familia conocidos, preguntándole qué estaba pasando en Cosme que sus hijos andaban pidiendo soles (la moneda peruana), cada tres días, para ir a visitar su sitio en San Isidro.
Berckemeyer no se lo podía creer, él mismo no se había percatado de este fenómeno y en vez de desestimular las visitas de los muchachos, los acogió con los brazos abiertos y se dio a la tarea de cuidarlos como a sus propios hijos. Gracias a este gesto, las tardes de Cosme se llenan de jóvenes que empiezan a sentirse curiosos por la alta gastronomía, un detalle que definitivamente no pasa en ningún otro restaurante de la onda de los “50 Best”.
Me enteré de la existencia de Cosme gracias al Chef Álvaro Clavijo (@elchato_rest) quien me invitó a un evento en el que cocinaría Berckemeyer. Quedé fascinada con todo lo que probamos esa noche, lo cual terminó siendo tan solo un abrebocas ya que al otro día viajé a Lima para ir a comer -en vivo y en directo- en dos de los restaurantes de este pulcrísimo chef de descendencia alemana.
Primero visité Cosme en donde alrededor de una mesa redonda, varias botellas de vino de la Borgoña, tres chefs “50 Best” y cuatro periodistas gastronómicos nos dimos a un festín inolvidable con platos al centro de la mesa, incluido el postre que cautivó a los adolescentes y otros dos que nos dejaron claro que James no solo es un maestro de la cocina caliente, sino que también es un “crack” de la pastelería. Al siguiente día fui a Alado -otro de sus sitios- pero ese será tema de otra narración.
Definitivamente, me uno a los jurados de la aclamada lista quienes ven en Cosme todo lo que uno busca en un restaurante de alta gastronomía: técnica impoluta, platos alucinantes y todo el cariño de una mesa cercana y reconfortante. ¡Gracias James, qué bien nos hizo cenar en tu restaurante!
Para mayor información y reservas visitar @cosme.pe o www.cosme.com.pe.
Acerca del autor:
Me dedico a comunicar experiencias destacables en el delicioso mundo del estilo de vida y la gastronomía. Escribo de vinos y restaurantes y soy sommelier profesional. www.michellemorales.co / @mikkisan1.
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