top of page

El Cortecito

Bávaro, República Dominicana. Vivo en Punta Cana hace unos meses y acá todo sucede dentro de una burbuja turística que lo hace a uno sentirse más en Estados Unidos que en una isla del Caribe. Un poco desesperada por tanto orden y tanta escena quizás artificial, me di a la tarea de explorar la zona de Bávaro, famosa por sus mega hoteles todo incluido, pero también, por tener un carácter más democrático que el de los condominios cerrados que pululan en la zona por donde yo vivo.


Foto: la perfecta playa de El Cortecito.

Armé plan de almuerzo, puse "El Cortecito" en Waze y dejé que me llevara a dónde mejor le pareciera que fuera la famosa zona. Ese día amé la dichosa aplicación; me dejó justo en frente a Onno´s, un bar lleno de grafitis y firmas de clientes tapizando cada rincón de las paredes, súper casual y descomplicado. A medida que me adentraba en el establecimiento veía pasar cervezas heladas, tacos y pizzas, cosas todas que me gustan: me emocioné.


Seguí caminando hacia el fondo cuando de pronto me encandelilló un azul aguamarina encendido que se movía debajo de un azul celeste que parecía que le hubieran puesto un bombillo por detrás. Sí, la terraza posterior de Onno´s daba contra el mar y yo no quería estar en ningún otro lugar del mundo.


Foto: la terraza de Onno´s Bar.

Me senté en la baranda que mira a la playa , pedí una cerveza y creo que lloré de emoción de haber podido finalmente encontrar ese lugar en donde la asfixiada Punta Cana, iba a respirar.


El Cortecito resultó ser ese espacio de expresión natural de este distrito turístico en donde todo deja de ser perfecto y de lujo para derrochar toda la autenticidad que deja más de cuatro décadas de turismo europeo, migraciones de Haití, empresarios extranjeros y gringos que vienen a enloquecerse.


Bajé a la playa a caminar y me deleité con la venta de ropa “hippie”, los jóvenes tatuados corriendo con sus perros y esa arena blanca que se sentía como un regalo precioso para todos los que estábamos ahí.



Dos cervezas más tarde me dio hambre y el servicio de comida en Onno´s estaba lento. Opté por seguir explorando y pocos locales más adelante me topé con Capitan Cook, una enorme cafetería al aire libre con vista al mar que me recibió con un tremendo paellón al cual no me pude resistir.


Comí, bebí, lloré y me alegré de saber que había encontrado mi lugar de refugio cuando extraño la locura, el ruido y el peligro de Bogotá.


Para más información y reservas en Onno´s visite @onnosbavaro. Para Capitan Cook visite @capitancookpuntacana. Para llegar, ponga en Waze "Onno´s Bávaro".

Comments


bottom of page