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Cuatro días en el hotel más lujoso de París, el Four Seasons George V


Foto: Hotel Georges V. Paris, Francia.

Paris, Francia. En días pasados fui invitada a dictar una cata en Paris, motivo por el cual decidí irme un par de días antes para poder disfrutar un poco la ciudad y recorrer algunos lugares que me traen maravillosos recuerdos.


Escoger en dónde hospedarme no fue tarea fácil ya que en esta ciudad pululan los lugares mágicos. Sin embargo, por su ubicación dentro del “Triángulo Dorado de Paris”, su arquitectura Art Deco de comienzos del siglo pasado y sus tres restaurantes que en conjunto acumulan un total de cinco Estrellas Michelin, el George V parecía ofrecerme todo lo que esperaba y quizás un poco más.

Llegué un domingo a eso de las cinco de la tarde y en la recepción ya me estaba esperando una elegante anfitriona, que me acompañó hasta mi habitación para hacerme un ceremonioso recorrido y enumerarme la multitud de cortesías que tenían a disposición mía para refrescarme después del largo viaje. Nada más ni nada menos que una botella de burbujas, helada, la cual podría acompañar a mi gusto con un huevo de Pascua de chocolate amargo, una selección de tradicionales “macarons” o una canasta de frutas. ¡Ah! Y por si acaso, me avisó, tenía sobre el escritorio un set de esquelas de finísimo papel por si se me llegase a ofrecer enviar una carta o algún mensaje a alguien durante mi estadía.



La habitación era como bien lo describen en su página web: extragrande y con una generosa vista sobre la Avenida George V, reconocida por su alta densidad de boutiques y hoteles de lujo. El baño era del tamaño de una habitación completa de los hoteles exprés tan en auge hoy en día y el closet, como para pasarse a vivir en él. Por lo demás, las sábanas, las toallas y los “amenities” del baño - de la marca Guerlain -, daban ganas de no salir de ahí durante el resto de mi estadía.

 

Así es el el nuevo spa del Georges V



Esa noche dormí delicioso de tal manera que me desperté temprano para hacer algo de ejercicio. Afuera hacía frío así que me aventuré a visitar el gimnasio, recientemente inaugurado, el cual resultó estar a la altura de los demás servicios del hotel. Máquinas de última tecnología para entrenar, una piscina de 25 metros para los que prefieren nadar, camillas de descanso forradas en los más exquisitos hilos egipcios, un hermoso hamman y en el vestier de mujeres, sauna, turco y una fuente eterna de escamas de hielo para hacerse hielo terapia en la cara y el cuerpo. Salir de ahí fue difícil, aunque rumbo al ascensor ayudó el hecho que toca pasar por una estación de tés, infusiones, barras de proteínas y otros alimentos exquisitos para reconfortarse después del ejercicio.

 

Detalles del generoso buffet del desayuno en Le Cinq

Foto: Huevos cremosos con caviar Osetra.

El desayuno lo tomé esa mañana en Le Cinq, el restaurante más especial del Hotel, galardonado con tres estrellas Michelin, en el cual no escatiman con su buffet matinal conformado por una sección con la mejor bollería francesa por un lado y por el otro, una mesa generosa de carnes, quesos, pescados, mariscos, jamones ibéricos y otras delicias para degustar al ritmo y antojo de cada cual.


Para los que no gustan del buffet está también la carta en la que ofrecen otras delicias como omelette de langosta, huevos cocotte con foie gras o cremoso de revueltos con caviar Osetra. Yo me incliné por estos últimos. El café y el jugo fresco de naranja o toronja llegan a la mesa sin siquiera ordenarlos y toda la experiencia en general es aderezada con la vista al patio interior del majestuoso edificio, decoraciones florares de gran exuberancia y un menaje de servicio que transporta al pasado, cuando todavía existía la monarquía en Francia.


El resto de días visité los otros dos restaurantes del Hotel, Le George con dos estrellas, L’Orangerie con una y Le Bar, en donde me comí el plato más exquisito de todo mi viaje: un Croque Monsieur con jamón de cerdo hecho en casa y queso Comté de 24 meses de añejamiento.


Foto: Croque Monsieur en la barra de Le Bar.

Por lo demás, solo puedo añadir que el servicio que presta cada uno de los empleados del hotel, desde el bartender hasta las personas de seguridad, se siente totalmente cercano, genuino y cariñoso y que en todo momento se siente uno como si estuviera en su casa, atendido por la nana de toda la vida. Una experiencia simplemente espectacular.


Para mayores detalles y reservas visite: www.fourseasons.com/es/paris/ .
















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